EL
KARATE SIN ROMPIMIENTO ES COMO UN ARBOL SIN FRUTOS…
Mass
Oyama
El
pasado año, el Maestro Cuspinera durante una exhibición de tamashiwara, rompió
una tabla entre clavos con los ojos vendados y con la técnica de “tate empi”,
pero una imprecisión técnica provocó que tres de los clavos, penetraran en el
antebrazo.
Muchos asistentes no se dieron cuenta de
este fallo y la sangre pasó inadvertida ante los ojos de los espectadores.
El
Maestro Cuspinera, se cruzó ambas manos detrás de la espalda hasta que terminó
la exhibición inclusive fue el que
pronunció las últimas palabras de
despedida con total control al dolor, a la sangre entre el grupo de sus compañeros.
Más tarde, en su casa, se limpió los
pinchazos con jabón de lavar “Lagarto” y agua, pasando un cepillo de diente por
la herida, rasgando la piel y la sangre coagulada. Una vez terminada la
limpieza, se frotó sobe la parte dañada una cáscara de plátano verde rica en
Tanino, dejando al aire libre las
heridas durante unas cuantas horas. Al otro día ya estaban cicatrizadas y
comenzó a entrenar nuevamente con el makiwara.
Foto: Escuela
Fajardo. Instructor Cuspinera rompiendo 3 tablas con tate empi.
Con el
desarrollo comercial de las artes marciales se han fabricado diferentes tipos
de makiwaras, aparentemente mejores, que ofrecen mayor seguridad a las
articulaciones sin sacrificar el objetivo del entrenamiento.
Lo que realmente están intentando es que el
practicante de tamashiwara, entrene con el mínimo de dolor y sufrimiento.
También se producen “pomaditas” y cremas
mágicas, guantillas especiales, etc que los karatekas modernos utilizan para
las manos y piernas, toda una industria comercial alrededor del entrenamiento
del tamashiwara.
Para calentar las articulaciones
se utiliza un saquito de arena del ancho de la mano de cada uno, pues debe
tener la dimensión de acuerdo a la talla de cada persona como es la ropa,
camisa y pantalón.
Para comprobar la calidad y formación del
nudillo, se golpea sobre un tronco de madera forrado de periódico, que como
elemento natural – el papel – pela los nudillos, dejándolos en carne viva.
El
Tameshiwara es un arte, no es el enfrentamiento de la fuerza bruta de un
karateka contra una tabla, tejas o ladrillos. No es astillar bloques ni
granitos, no es romper tablas, es simplemente la demostración del dominio de
principios físicos y técnicos unificados en un ejercicio.
En las
unidades especiales de los mejores ejércitos del mundo, este ejercicio se
realiza con los ojos vendados. Todo un reto para el combatiente que tiene que
desarrollar su trabajo generalmente en ambiente nocturno o con poca
visibilidad.
Grandes Maestros como el legendario Mass Oyama,
el propio Maestro Pablo Silvente Laffita, (ambos fallecidos), el Maestro José Plumas Lugo, asesor durante 17
años, siempre consideraban que las artes marciales sin los ejercicios del Tameshiwara, "es como un
árbol sin frutos"
Personalmente práctico makiwara hace más de 45 años de forma
correcta y nunca he tenido anquilosamiento ni problemas en las articulaciones
salvo cuando he cometido alguna violación de los principios físicos que rigen
estos métodos provocándome lesiones bajo
mi propia responsabilidad durante la ejecución del ejercicio
sin restar importante suprema al Uke, ya que de él depende en gran medida el
éxito de los ejercicios de tamashiwara.
Igualmente
durante 5 años se me consideró uno de los primeros competidores del tamashiwara
en Cuba, cinco años consecutivo en el liderazgo, y aún en pleno siglo XXI, sigo
considerando y defendiendo la teoría, que el makiwara es un importante elemento
auxiliar de la formación del artista
marcial, sobre todo para aquellos karatekas que pretendan conservar las tradiciones
de las artes marciales, su valor histórico y estético ó que lo necesiten como
herramienta de la defensa personal.
El Maestro
Cuspinera rompiendo varias
tablas colocadas en diferentes
posiciones
entre clavos y cuchillas.